He querido hacer un dibujillo del Cucolinet señalando esta lista de cositas a apuntar para la práctica y animando a comenzar con ella:
Sólo se descubre qué es el yoga practicándolo.
Nada de hacer yoga después de comer con la barrigota llena, mucho mejor antes o bien esperar un par de horitas para ponerse a ello.
Utiliza ropa cómoda, un cojín, una esterilla o manta doblada en 2 ó 3, estar descalzo o bien con calcetines (esta parte seguro que les encanta a los peques, jejeje, el mío no hay forma de que lleve unas zapatillas puestas en casa X^D) y tener a mano algo para taparse por si se da el caso de llegar a hacer unos minutitos de relajación, puesto que la temperatura corporal, disminuye.
Mejor practicar un poquitín todos los días, que mucho un día a la semana. Aunque sean diez minutillos locos. Se crea un hábito, una rutina y después el cuerpo, la mente y el espíritu nos lo pedirán y estaremos pletóricos tras ello. Si no es posible, pues dos o tres veces a la semana.
No te compares con nadie, absolutamente NADIE, sólo con uno mismo/a. El Yoga nos ayuda a conocer mejor nuestro cuerpo y a reconocer nuestros límites. A ser respetuosos con él. Compárate sólo contigo mismo/a, verás tus progresos en la práctica, tanto física, mental y espiritual y esto te hará muy feliz ^_^.
No fuerces las posturas, llega hasta donde tu cuerpo te permita... una vez ahí, relájate, respira en la asana... el cuerpo se irá "aflojando", relajando y todavía llegará un pelín más, pero sin forzar.
Sé bueno contigo mismo/a, y esto tiene que ver un poco con el punto anterior. Confía en tí, en tu cuerpo. El Yoga también te ayudará a tener más resistencia, equilibrio (en todos los sentidos), flexibilidad, confianza, tolerancia, calma, paz...
Disfruta de la práctica con tu peque o tus peques (si eres padre o madre), saca a tu niño/a interior (tantas veces encerrado/a en algún rinconcito oscuro), juega, ríe, achucha y besa a tu chiquitín. Lo importante es familiarizarse, crear un hábito, disfrutar... si haces el árbol, cuéntale un cuento, haced entre los dos un hoyo para plantar una semilla, tapad después el agujero, regad con cariño o haced una danza de la lluvia para que descargue sobre ella, llamad al sol para que ilumine y dé calorcito con sus rayos y convertiros en esa semillita que comienza a crecer y a estirarse en busca de esas nubes y de ese sol que le ayudaron a convertirse en un gran árbol, agitad las ramas y por fin, realizad la asana. Os puedo asegurar que es muy divertido.
Hasta aquí, de momento, llegan estos consejillos que espero os sirvan. Dado que comencé con la asana de la montaña, he pensado en crear entradas de las asanas que configuran el Saludo al Sol, así, cuando ya conozcáis todas ellas, podréis enlazarlas para poner en práctica esta dinámica que despertará mucha energía en vuestro cuerpo.
Sin más, me despido hasta la próxima entrada y os deseo buena y feliz práctica.
Namaste!.